tag:blogger.com,1999:blog-53136780120589356582024-03-13T22:34:54.752-07:00El espectro de las cosasAnonymoushttp://www.blogger.com/profile/09967826019964024392noreply@blogger.comBlogger9125tag:blogger.com,1999:blog-5313678012058935658.post-29714329817875584612017-08-19T15:12:00.001-07:002017-08-19T15:12:27.609-07:00ApagaronApagaron las luces. Apenas un resplandor de estrellas se colaba por la ventana cubierta con una cortina de un marrón oscuro. Comenzaron a perseguirse por el dormitorio, comenzaron a tocarse en las sombras, a revolcarse sobre la cama. No había nadie más en la casa, solo ellos jugando, con el final de sus infancias a cuestas. La puerta cerrada los aislaba de la cocina donde quedaba sobre la mesa lo cotidiano: los platos sucios de una cena breve, los vasos vacíos con un último resto de gaseosa, las migas del pan desparramadas en el mantel. Juan le había dicho a su hermana que limpiaría.
-Levanta la mesa, por lo menos. Cuando vuelva, yo lavo- había pedido la joven antes de irse, dejándolos masticando la manzana del postre.
Ambos conocían esos días y noches donde todos se marchaban. Todos menos ellos, dos jóvenes de doce años, flacos y torpes que se quedaban solos en una casa pequeña, humilde y vieja, apenas una guarida para soportar el viento.
Afuera la noche esperaba para soltar sus fantasmas sobre la nieve del invierno. Los niños no sentían miedo, respirando agitados, sentían el calor de una actividad íntima que gracias a la oscuridad se volvía casi prohibida. No sabían a que jugaban, no sabían que buscaban en esas peleas y llaves de luchas que practicaban sobre la cama. Solo lo hacían, sin pensar, haciendo caso al bullir provocador de la sangre.
Se miraron por sobre la cama, en la oscuridad de la pieza. Eran dos sombras flacas, pálidas bajo el tenue resplandor de las luces lejanas que se colaban por la ventana. Se sacaron las remeras, acalorados y excitados, y saltando hacia el centro de la cama se atraparon en un abrazo entre pelea y caricia. Juan sentía el cuerpo de Luis entre sus brazos, deslizaba su mano por las ondulaciones palpitantes de sus costillas y sentía las manos de su amigo enredándose entre sus piernas tratando de trabarlo e inmovilizarlo. No hablaban, hacían fuerza en silencio, retorciéndose sobre el colchón para no ser vencidos en una llave inmovilizadora.
-Solta- gritó Juan cuando Luis en un repentino giró lo puso boca abajo en la cama, con el brazo, dolorosamente torcido. Sentía sobre sí el peso de su cuerpo.
-Quieto, soo!- dijo Luis, entre dientes, apretándolo contra el colchón.
Juan se retorcía, moviéndose sus caderas hacia atrás.
-Soltá, boludo- repetía, y corcoveaba hacia atrás con fuerza logrando como resultado que Luis apoyara con fuerza su pelvis sobre sus glúteos.
-Te gané- decía cerca de su oído, sibilante.
Dejó de moverse. Luis dejó de apretarlo y le soltó el brazo. Se quedaron así, uno sobre el otro, en silencio. La piel de sus torsos desnudos tocándose, tibias.
El viento sopló con más intensidad. Por un resquicio de la ventana entraba su aliento y movía la cortina. En la pieza oscura los dos niños permanecían inmóviles. Uno sobre otro, expectantes de algo que apenas intuían podía suceder. Juan veía agitarse las sombras de las ramas deshojadas de un manzano sobre el vidrio. Respiraba profunda y rápidamente, nervioso, temeroso. Sin poder saber si lo que sentía era deseo. Movía algo su cuerpo y Luis apretaba su peso y su sexo sobre él. Lo sentía y no podía ver más allá, oscurecida su conciencia, como si la noche hubiera penetrado en su mente.
-Te gané- repitió Luis.
-Bajate- pidió Juan con un murmullo.
Luis siguió encima de él, quieto.
-Va a volver mi hermana- insistió apenas moviéndose bajo el peso del otro cuerpo, que sentía sobre cada centímetro del suyo y, con su cara aplastada sobre el colchón de la cama de dos plazas donde dormía junto a su padre, miraba la ventana y esperaba. Sus manos se apretaban bajo la almohada. La humedad de su aliento mojaba la funda y sentía el calor aumentar en su piel. Luis se balanceaba de un lado a otro confundiendo todo lo que hasta ahora Juan creía saber. Trataba de entender lo que pasaba mientras las agujas fluorescentes del reloj marcaban una hora extraña. Su sexo crecía dentro de su pantalón, aunque él dijera que no. Y así, como lo sentía en su cuerpo, lo sentía en el cuerpo de Luis que empujaba fuerte y suave. Suave y fuerte. Juan no quería y quería y tenía ganas de llorar y de seguir. De seguir y de llorar.
-Es tarde- dijo más débilmente aun -Seguro que ya llega-
-Te gané, maricón- le decía algo sofocado Luis.
Hablaban suave, diciendo otras cosas desconocidas y escondidas en esas palabras que esquivaban aquello que aún no sabían expresar.
-Me torciste el brazo, eso no vale-
-Es una llave de lucha- se defendió Luis.
-Es trampa- dijo Juan con ganas de llorar.
-No lo es- insistió Luis y su mano rozó su cintura hundiéndose entre la tela del vaquero y su piel.
-Salí- gritó Juan y con un brusco movimiento logró deshacerse.
Buscó su remera en la oscuridad sin encender la luz, no quería ver a su amigo semidesnudo. Ni ver, quizá, la erección que había sentido. No quería, era mejor quedarse a oscuras, refugiado.
-Ponete la remera- dijo, reprimiendo el llanto -Ponetela-
Después se levantó y fue a la cocina. Sobre la mesa estaban los platos sucios, los vasos con algo de gaseosa, las migas desparramadas. Se puso a juntar la mesa, luego tomó el mantel y salió al patio a sacudirle las migas. La noche fría le mordió los brazos desnudos y sintió como se enfriaban, también, las lágrimas que, enredadas en sus pestañas, no había dejado caer.
Cuando llegó su hermana los encontró jugando a la escoba de quince. Silenciosos y concentrados.
-¿La pasaron bien?- preguntó.
-Qué te importa- contestó Juan, tirando las cartas sobre la mesa y mirándola con rabia.
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/09967826019964024392noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5313678012058935658.post-55917485741370856592017-08-09T08:53:00.000-07:002017-08-09T08:53:01.383-07:00Viento fuerte. Iván Aivazovsky (1817-1900 )<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDAx8YbxcmAxrvKers1wbOMsboAuEpL-ciFNup3NHwIoSlSl2CEA4k7mJd2O23_ML7ix_1_fj95-dXOGPIpsL1fR_dVgS-JTw0ByuYLpx_Za4rR_FwBzNggBC6tHp3aZhwQ8c4iEGNpPw/s1600/Iv%25C3%25A1n+Aivazovsky+%2528+1817+-+1900+%2529.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="831" data-original-width="1200" height="221" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDAx8YbxcmAxrvKers1wbOMsboAuEpL-ciFNup3NHwIoSlSl2CEA4k7mJd2O23_ML7ix_1_fj95-dXOGPIpsL1fR_dVgS-JTw0ByuYLpx_Za4rR_FwBzNggBC6tHp3aZhwQ8c4iEGNpPw/s320/Iv%25C3%25A1n+Aivazovsky+%2528+1817+-+1900+%2529.jpg" width="320" /></a></div>
<br />Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/09967826019964024392noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5313678012058935658.post-53685690224729712932017-08-09T06:22:00.003-07:002017-08-09T06:22:30.811-07:00Consecuencias del viento<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
El
rostro se agitó y se transformó con cada ráfaga. Primero fue uno frío y
silencioso, después otro y otro. Tantos como polvo y hojas hay en el viento que
siguió soplando hasta erosionarle la nariz, hasta gastarle los pómulos, hasta
dejarle la frente, desierta y árida. <o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Fue,
entonces, un ser sin cara, una nube apenas grisácea que tomaba una forma de
vida transitoria para luego ser otra y otra y otra más. <o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Y se
vio con pelo rubio, con pelo blanco. <o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Y se
vio calvo, narigudo y de ojos claros.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
También
negro y ñato con la mirada oscura y con unos pelos hirsutos de perro salvaje. <o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Se
vio agitando la boca en gritos de ráfaga entre las chapas, de cueva vacía donde
rebota la fuerza del aire. Y nunca más pudo ser el mismo, siendo solo el dibujo
herido de un soplo que se enredaba en el calafate, en el agitar de la
superficie de los charcos, en el tronco, forzadamente inclinado, de un retoño
bajo el viento, que sigue soplando.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Soplando
y cambiándole el rostro, volándole los dientes, retorciéndole la lengua,
transformándolo en una cueva donde resonaban los fragmentos de millares de
historias olvidadas hace miles de años.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Perdió,
entonces, todos los amores que tenía, el de su madre, el de su padre, el de su
mujer y el de su hijo. Porque nadie ama a un rostro que es solo un soplido, que
es apenas una nube de rasgos deshilachados avanzando de oeste a este, rumbo al
mar como jarilla seca.<o:p></o:p></div>
<br />
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Y
como perdió sus amores, perdió también su nombre y su historia que fueron parte
del viento.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="Standard" style="text-align: right;">
<span style="font-size: x-small;">(Nunca pude continuar este texto, se rebeló a cualquier forma de desarrollo y ahí se quedo. rebelde)</span></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/09967826019964024392noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5313678012058935658.post-19438098081597819832017-08-07T09:02:00.000-07:002017-08-07T09:11:44.816-07:00<br />
1.<br />
<br />
Vuelo sobre el mar.<br />
Sobre el mar azul,<br />
el mar verde,<br />
gris,<br />
negro.<br />
<br />
Vuelo rozando con mis pies<br />
la olas frías de crestas blancas<br />
que van hacia la playa.<br />
<br />
<br />Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/09967826019964024392noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5313678012058935658.post-59618961210792637992017-08-07T09:01:00.001-07:002017-08-07T09:01:38.396-07:00<div style="text-align: justify;">
La escritura es un fantasma que acosa en los rincones de mi casa. Asi de simple, una piedra en el zapato, un vaso semivacio en el medio de la mesa, la gota incansable de la canilla. Cuando no escribo es una llaga en la boca, un ardor en el estómago. Trato de pensar en esos días vacíos en aquellas viejas cosas que debo mejorar. El ritmo de un poema, la estructura de un relato. Y las dudas como aquellas viejas furias griegas acuchilla cada idea. ¿Qué es contar algo? y la tensión se da entre la anécdota y el clima. Escribo para contar algo, escribo para intentar hacer sentir algo. Escribo para experimentar, escribo porque no se jugar bien al fútbol. Y de pronto la idea se presenta como una silueta precisa sobre el horizonte pero se aleja, y veo su arboladura hundirse en la distancia. Hago dibujos en los papeles, me cuestiono si es mejor trazar un plan o dejar que las palabras te lleven.</div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/09967826019964024392noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5313678012058935658.post-63896674645141730922015-09-19T07:13:00.003-07:002015-09-19T07:13:48.136-07:00<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
El globo rojo. Paul Klee.</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnGWw9uSg6M6JuazPAGNVc7BiITI4vOkQ9f7wlU39dbARgpjMGcLQOhKdRq4sFuRerB1-3dSQMNknvpmBRuJxkqBXNa_sw5QsY7N2reqPLGpIIXrB6RCgigPpLqBEpeSJMAV3wCknF4xo/s1600/red-balloon-1922.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnGWw9uSg6M6JuazPAGNVc7BiITI4vOkQ9f7wlU39dbARgpjMGcLQOhKdRq4sFuRerB1-3dSQMNknvpmBRuJxkqBXNa_sw5QsY7N2reqPLGpIIXrB6RCgigPpLqBEpeSJMAV3wCknF4xo/s320/red-balloon-1922.jpg" width="308" /></a></div>
<br />
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/09967826019964024392noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5313678012058935658.post-74352558061767856802015-09-15T10:13:00.001-07:002015-09-15T10:13:58.806-07:00Beatriz Pichi Malén - Cancion Sagrada del Viento<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="344" src="https://www.youtube.com/embed/jpOOh_r7dwU" width="459"></iframe><br /><br />
<br /><br />
Pura magia, no soy creyente de ninguna religión pero creo en lo sagrado.<br /><br />
<br />Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/09967826019964024392noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5313678012058935658.post-56437958284282708932015-09-14T15:21:00.002-07:002015-09-14T15:21:24.615-07:00Niños.<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Unos
niños solos en una casa pequeña de un pueblo pequeño, no más grande que un
guijarro en la meseta. Juntos en una cocina de techo bajo apenas iluminada por
una lamparita sin pantalla que colgaba de unos cables desnudos. Un aire
caldeado por una estufa a querosene y por la excitación de unos niños, solos,
en una casa. Sin adultos, jugando como Alicias en el bosque, juegos con algo de
prohibido, provocándose entre ellos, rozándose con sus pulóveres de invierno,
dando vueltas alrededor de una mesa, entrando y saliendo de las tristes
habitaciones de esa casa pobre. Pero no importaba, quizá porque ellos mismos
tenían ropas pobres, comunes, descoloridas de tanto uso. Quizá porque los
adultos se habían ausentado y los habían dejado solos, al margen también de
retos obligados y automáticos que fingían una preocupación que habían perdido
quien sabe cuándo, y que solo era el ritual obligado de una responsabilidad que
ya no sentían.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Esos eran
los niños de esa casa, que era la única casa del pueblo, sí es que había un
pueblo en esa meseta extensa. Refugiados del frío, veían las manos del viento
empujar los vidrios oscuros de las ventanas, sacudir las chapas viejas del
techo.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
-¿Qué
apostamos?- pregunta Paula, una flacucha con cara de ratoncito, estirando su
pulover blanco, rosa y violeta de lana gruesa y áspera. Excitada miraba el
rostro de sus compañeros que respiraban anhelando algo que no era expresable en
palabras. Y se chocaban y empujaban en la cocina mientras se observaban sobre
los bordes de los vasos de gaseosa. Los labios húmedos, las pupilas dilatadas,
las manos frías calentándose a empellones. Tres niños y cuatro niñas, pequeños
duendes que habían olvidado las edades que tenían y, que en ese momento
nocturno, nada sabían de los deberes, ni de lo prohibido. Iban de los ocho años
a los trece.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
-Un
beso- decía Nancy, la más audaz, ardiente su mirada de ojos claros.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
-Contamos
hasta diez- alentaba Paula -Pero despacito para que dure. Agregaba riendo.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Los
varones se miraban y pasaban sus lenguas por el filo de sus dientes, sabiéndose
deseados por unas niñas saltarinas. De repente, para ellos, todas las imágenes
de la noche se volvieron los labios rosados, brillantes de saliva, sin rouge, que
decían cosas tan audaces como el que iban a besarse según el azar de un juego
secreto.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
-Verdad
o consecuencia-<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
-Verdad-<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
-¿Te
gusta Sandra?-<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Juan
miró a Sandra, que tenía sus ojos hundidos en las cartas desparramadas de una
baraja española abandonada sobre la mesa. Una sota de oro, un dos de bastos, un
siete de espadas filosas, y un as de copa que se ofrecía ser bebido como lo
hacía la fuente carnosa de sus labios.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
-Sí-
dijo y vio el respirar turbado de la niña que insinuaba sus pechos, bajo la
ropa.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Pero
Juan no sintió deseo sino una intensa sensación de mirar un abismo, no sintió
excitación sino un mareo al cruzarse con los ojos castaños de Sandra.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
La
ronda siguió mientras la más pequeña de las niñas, de unos ocho años mostraba,
fugazmente, su pecho blanco y liso a la mirada de todos. Así el pudor se fue
desmontando y apagaron la luz principal, dejando solo alguna lámpara lejana. Y
en las sombras se sintieron más adultos.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard">
-Diez minutos solos en la pieza, es la prenda- propuso Luis,
envalentonado.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard">
<br /></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
La
casa se alejaba del mundo a través de la noche patagónica, tan lejos que se
volvió imposible que alguien llegará hasta allí. Ningún mayor podría navegar
esos cielos fríos, esas tierras ventosas. Arrastrados por las ráfagas los
adultos habían caído por los bordes de precipicios y ya muertos, se amontonaban
en sitios desolados con olor a estufas de querosene, vino y cigarrillos.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Juan
mordía sus dedos, tratando de adivinar que significaba ese pulso acelerado.
Sandra lo miraba cada tanto del otro lado de la mesa. Un mechón de su pelo
oscurecía sus ojos. Él pensaba que adentro de su cuerpo solo existía un hueco a
ser llenado, un agujero pesado que esperaba que algo lo atravesara de lado a
lado. Se sentía intensamente vacío, intentando saber si lo que sucedería se volvería
algo real que, por fin, lo saciara.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
-Verdad
o consecuencia- preguntaba Paula, restregándose las manos sobre el vaquero.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Luis,
el mayor del grupo, encendió un cigarro y lo aspiró con una soltura recién
adquirida. La brasa vibró en la punta y el humo se agitó en remolinos ante los
ojos de los niños. Volutas dibujando voluptuosas formas en la penumbra,
enredándose en los cabellos y en los dedos. El olor a tabaco los volvió más
audaces y comenzaron a fumar. Sandra tomó el cigarrillo, aspiró y luego dejo
salir de entre sus labios el humo espeso del tabaco como una antigua diva de
cine. Sus labios húmedos, los dientes blancos, el pelo castaño, los ojos
entrecerrados. Medio rostro en las sombras y unos ojos brillantes atravesando
las nubecitas blanquecinas del tabaco. Entre sus dedos ardía la brasa y a Juan
le pareció una mujer, y él se quiso saber hombre.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Las
cortinas cerradas se agitaban pesadamente, sacudidas cada tanto por el aire que
se colaba por las hendiduras. ¿Qué noche más profunda que esa? Unos niños
olvidados olvidándose de los límites que establecían los adultos iban armando
el ritual de un acercamiento entre ellos. Un acercamiento prohibido. Lo intuían
y reían entre dientes.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
-Verdad
o consecuencia-<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
La
tela de metal del calentador a querosene vibraba enrojecido. El aire estaba más
caliente y más pesado. El humo del cigarrillo flotaba entre ellos como
serpientes volátiles estirándose pecaminosas.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
-Consecuencia-
dijo Juan, exhalando el humo. Consecuencia repitió en su cabeza, el significado
de la palabra se desvanecía tras la imagen de Sandra, de sus ojos turcos, de
sus labios, de la promesa de sus pechos púberes que se agitaban bajo su ropa.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Él
pensaba en los labios más que en sus pechos, aunque creía abarcar en ese beso
que se aproximaba, todo su cuerpo, y también su calor, su olor, su piel. Como
si en vez de besarla fuera a fundirse sobre ella para ser una parte más de su
organismo. Sandra era un abismo palpitante. Ni siquiera imaginaba el sexo con
ella sino solo el abrazo y sus labios tibios que iban a besar los suyos.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<br />
<div class="Standard" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
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Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/09967826019964024392noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5313678012058935658.post-163325890151556682015-09-14T14:55:00.001-07:002015-09-14T15:17:07.465-07:00Misterio<div style="text-align: justify;">
¿Para que escribo? No escribo para mí, ni para nadie, solo escribo. Escribo porque si, porque no, escribo para encontrar algo perdido o descubrir algo nuevo, Escribo porque lo que yo vi nadie lo vio. Esa ola del mar, ese chimango inmóvil en el aire. Escribo porque no tengo nada que hacer, porque mi trabajo es aburrido, escribo porque hay cosas que no me animo a confesar. Lo hago porque a veces llueve y me dan ganas, o sale el sol y estoy con fiaca, porque me ofendí con el mundo, porque dejé de amar y porque volví a amar. Lo hago porque me hace sentir mejor, más sensible, inteligente, (eso se me pasa cuando me leo). Lo hago para saber, para ocultar, para que ella me diga que me ama. Para tener una excusa y beber. Para que me lean. Escribo, y cuando no escribo, me siento mal. Me da culpa, me palpita el corazón, me rompe las pelotas, me aburro, me siento vulgar y me enojo con todo y no lavo los platos, ni cocino y me doy cuenta que tengo que volver a escribir para que se baje la presión, y volver a sentirme mejor. Sentirme mejor escribiendo, sentado solo frente a la máquina, lejos de todo, de todos. Iluminado por la pantalla, encorvado y con dolor de espalda, mientras duerme mi mujer, mi hijo y yo me preguntándome: ¿por qué no me voy a dormir con ella y dejo esta actividad absurda para mañana?</div>
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